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Obama e Isabel II fingen con éxito una sonrisa ante las cámaras

LA REINA REALIZÓ VARIOS INTENTOS FALLIDOS

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Obama ha iniciado su gira europea acompañado de su esposa y lo ha hecho reuniéndose en el Palacio de Buckingham con la reina de Inglaterra, Isabel II. El gran desafío del encuentro, celebrado ayer, era sin duda alguna la fotografía oficial del acto, para la que el matrimonio Obama se vio forzado a camuflar el cansancio de su viaje intercontinental fingiendo naturalidad y alegría. Isabel II, por su parte, tenía que enfrentarse al reto de estar a la altura como anfitriona superando por unos instantes la tirantez británica y aportando a su arrugado rostro la luz de una cálida sonrisa. Algunos analistas internacionales vaticinaban un completo fracaso, asegurando que «dadas las circunstancias y la falta de preparación, es imposible que quede natural». Sin embargo, el resultado ha sido satisfactorio y, aunque la esposa de Obama denota cierto enfado y la reina un poco de inseguridad, Barack Obama pudo estar a la altura con una expresión digna de un anuncio de pasta de dientes.

«La tensión podía palparse en el ambiente» asegura el fotógrafo John Stillwell. «También yo como profesional era consciente de mi papel en un acto del que dependía el éxito de la gira europea de Obama». Stillwell se empleó a fondo para generar «un ambiente distendido y plácido» que permitiera «ahuyentar la artificiosidad de este tipo de fotografías». Realizó más de veinte disparos con y sin flash en una sesión que duró quince angustiosos minutos. «Aunque en la foto no se ve, había decenas de asesores y consejeros, gente importante, que no saldría de allí hasta que consiguiéramos una sonrisa sincera y coordinada en los tres rostros. Pero su presencia fue precisamente el gran obstáculo, nadie estaba cómodo, todos rezaban para que acabara aquello». Al parecer, Isabel II realizó tres intentos encomiables de dibujar una mueca simpática y espontánea, pero no pudo mantenerla el tiempo suficiente. «Entonces había que empezar de cero otra vez, y cuando parecía que lo conseguía, Michelle fruncía el ceño, o bien Obama destilaba cansancio. Eso también tensaba las relaciones entre ellos. La verdad es que fue un horror» confiesa el fotógrafo, aunque admite también que «tuvimos un final feliz y sonriente».

«Estas fotografías son la esencia de la política, para bien o para mal. Al margen de los pactos, los tratados y las negociaciones, lo que el ciudadano ve en primer lugar son los rostros de los mandatarios, y en base a ellos se forma un criterio. Una foto de Obama y la reina en la que uno de los dos mirara hacia otro lado, o no sonriera, estaría lanzando un mensaje claro: ‘no se llevan bien’. La razón de ser del acto mismo se iría al garete» reflexiona Antoni Gutiérrez-Rubí, experto en imagen política. La historia presenta numerosos ejemplos que respaldan la tesis de Gutiérrez-Rubí. Entre ellos, es obligado recordar la célebre declaración de Adolf Hitler realizada ante un fotógrafo cuando llegó al poder en 1933: «esmérate, quiero que las generaciones futuras vean en mí a una persona amable y socarrona».

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