La máquina del Bar Tomates lleva oliendo a mierda desde noviembre, periodo en el que entró a formar parte del programa piloto. El dueño del bar confirma que, efectivamente, hay menos fumadores en su establecimiento. «Hemos perdido más de la mitad de la clientela» asegura. Algunos de sus clientes se muestran igual de entusiasmados con el plan del Ministerio. «A mí me parece bien. Los no fumadores tenemos que soportar el olor a tabaco de algunos bares, que se vuelven irrespirables. Por no hablar de la ropa luego cuando llegas a casa, que aunque esté limpia la tienes que poner a lavar» comenta María Teresa. «Ahora huele a mierda pero al menos pueden entrar los niños».
Los pocos fumadores que, pese al insoportable hedor, se acercan a comprar tabaco, no entienden la medida y critican su efectividad. «¿Que huele a qué? No tengo el olfato muy bien, la verdad. Fumo más de dos paquetes al día desde los trece años y nunca he notado efectos secundarios. Lo del antitabaquismo es como lo de los antitaurinos, no sé si me explico» argumenta Jose mientras se enciende un cigarrillo y, ajeno al tufo, pide unas morcillitas encebolladas.
El Gobierno estudia la posibilidad de que también huelan a excrementos las zonas de fumadores en restaurantes, estaciones y aeropuertos, aunque Trinidad Jiménez ha admitido que no sabe «si habrá tanta mierda para todos en España».