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21 días siendo Samanta

Un reality obliga a un vagabundo a hacer de periodista

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Damián, de nuevo en el tajo.
«Yo tenía un carro de la compra con mantas y cartones y lo dejé un momento en un callejón para ir a por un vino» explica Damián. «Cuando volví estaba esa chica en mi sitio hablando con mis compañeros y con mis perruchos, que encima me ladraron. Tuvo suerte de que yo no sea el típico vagabundo agresivo». 

El «sin techo» se acostumbró rápido a su nueva vida. A las dos semanas, estaba perfectamente integrado en la redacción. «Los periodistas tienen que patear las calles, bajar a las entrañas de la ciudad y poseerla como si fuera una perra en celo pidiendo más. Y leñes, eso sé hacerlo. Llevo veinte años en la cuneta. Sé hacerlo como nadie» comenta Damián, que en 21 días ha catapultado la carrera de la periodista con sus reportajes sociales y de sucesos, carentes de la habitual corrección política que caracteriza el periodismo de este país y escritos con garra, agresividad y un estilo que recuerda al mejor Bukowski. «Me conocía todo el mundo, salíamos a tomar cañas después del curro… Y al llegar a casa mamá había dejado sopa en el micro. El novio de Samanta me propuso que nos fuéramos a vivir juntos, porque la relación al fin empezaba a funcionar. Encontramos un piso ideal, ideal… Y ahora me la imagino a ella allí y me pongo malo».

Un miércoles por la mañana, como todos los días, Damián compró Donuts para toda la redacción «pero al llegar todo el mundo me miró como a un extraño. Miré a mi ordenador y allí estaba ella, otra vez. Dejé los Donuts en la nevera de la redacción y me fui, con mis perros y mis cartones. El sueño había terminado. Fin». Aunque ha aprendido un oficio, nadie le contrata por falta de experiencia porque, lógicamente, firmaba los artículos como «Samanta Villar». «Echo de menos a papá y mamá y lo peor de todo es que tenía hora para el ginecólogo esta semana, pero habrá ido ella por mí».

No sería justo, sin embargo, culpar a la periodista de estas situaciones. Al parecer, Villar padece una patología que la lleva a suplantar la identidad de otras personas. La productora ha utilizado esta enfermedad para hacer espectáculo, consiguiendo ayer un share de 18,3% con el que Cuatro impusa su liderazgo. Habría que preguntar por el calvario que habrá pasado el auténtico fumador de hachís al intentar vivir una vida que no ha escogido durante 21 días.

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