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Carlos Fabra puede fundir bombillas con la mirada

"No sé la cantidad de bombillas que habré fundido en doce años"

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Sus gafas previenen la aniquilación total.

Una grabación difundida por la Cadena SER y realizada por miembros del propio Partido Popular ha confirmado lo que era un rumor en boca de todos: Carlos Fabra siempre lleva gafas oscuras porque su mirada puede resultar peligrosa para el resto de personas. «Soy como Cíclope, como Cíclope… No sé, supone mucho poder» dice el presidente de la Diputación de Castellón alardeando de su insólita capacidad. «Tonterías… igual me quito las gafas, miro a la tele de plasma y se rompe».

La grabación, que corresponde a una conversación mantenida con gente de su propio partido hace unos meses, no deja mucho lugar a interpretaciones: «la gente, en cuanto cree que voy a quitármelas (las gafas), se alarma. Estoy delante de alguien e igual me acaricio la montura. Y eso es un voto. Viene alguien a decirme no sé qué y me toco una patilla de las gafas, eso es otro voto. Esto es mucho poder en un ayuntamiento o en una diputación. Que hay un ordenador que tiene no sé qué informe que puede resultar delicado, pues voy allí, le hecho un vistazo y asunto arreglado, ya no hay ordenador ni informes ni nada. Podría fulminar todo Castellón si quisiera».

En el pleno de la Diputación del pasado martes, el jefe de los socialistas, Francesc Colomer, preguntó a Fabra por sus declaraciones: «quiero saber cuántas bombillas ha fundido, cuántos espejos, cuántos gatitos… y si puede ver a través de las paredes». Colomer pidió además su dimisión al considerar que esa habilidad mortífera es incompatible con la vida política: «todos sabemos que debía estar recluido en una celda de plomo desde hace años».

El político popular contestó con descalificaciones y dijo que las grabaciones eran «ilegales y sacadas de contexto». Al finalizar su intervención hizo algo que para muchos no supone más que una confirmación suplementaria: antes de sentarse fingió que iba a quitarse las gafas de cara a los socialistas, que respondieron con chillidos de pánico. Finalmente no se las quitó y se sentó con una sonrisa antes de dar por finalizada la sesión.

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